Clara, una mujer de 24 años apasionada de la gimnasia, acudió a su médico de cabecera tras haber estado sufriendo episodios habituales de rubor facial durante los 12 meses anteriores. Había notado que, con el tiempo, estos episodios de enrojecimiento se habían hecho más frecuentes y le parecía que cada vez duraban más. A finales de verano, había sentido tirantez y picor en la piel del rostro y le habían aparecido espinillas con pus.
Atendiendo a su perfil de síntomas, a Clara se le diagnosticó rosácea. Para reducir el riesgo de que sufriera más brotes, el médico de cabecera le propuso un plan de tratamiento en el que se le sugería, entre otras cosas, que evitara posibles factores agravantes, como:
Tres meses más tarde, tras haber consultado a un especialista en trastornos por activación de mastocitos, se descubrió que Clara padecía el síndrome de alfatriptasemia hereditaria. Esto explicaba que Clara tuviera unos niveles de triptasa elevados de forma crónica y sus problemas de rubor facial persistentes.
Clara seguía manteniendo una dieta estricta sin gluten y sus niveles de tTG IgA habían bajado hasta los 31 U/mL (3 veces por encima del límite superior normal).
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Test | Type | <Patients Name> Results |
Test Name | Whole or Component | ## |
IgA: inmunoglobulina A; IgE: inmunoglobulina E.
Las personas, los lugares y los eventos descritos en estos casos clínicos y que aparecen en las fotografías no representan a pacientes reales ni están relacionados de ninguna manera con Thermo Fisher Scientific.