La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad autoinmune que puede llevar a la destrucción de las articulaciones y la pérdida de movilidad.1,2 La erosión ósea intraarticular ocurre normalmente en las primeras fases de la evolución de la enfermedad. Un 30 % de los pacientes con AR tiene erosiones confirmadas radiográficamente en el momento del diagnóstico y un 70 % tres años más tarde.2 Se necesita un diagnóstico temprano diferencial de AR respecto a enfermedades clínicamente similares (por ejemplo, artrosis) para el inicio de un tratamiento adecuado que pueda ralentizar la progresión de la enfermedad, prevenir la erosión ósea y mejorar la calidad de vida del paciente.13 El tiempo medio para que un paciente comience a tomar FARME (fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad) desde la aparición de los síntomas, es casi 12 meses.4
En combinación con otra información clínica, las pruebas serológicas de anticuerpos antiproteínas citrulinadas/antipéptidos citrulinados cíclicos (ACPA/anti-CCP) y el factor reumatoide (FR) de isotipo IgM, que se incluyen en las guías de clasificación ACR/EULAR de 2010, así como también el FR de isopo IgA, permiten que el médico llegue a un diagnóstico bien informado del paciente.1,5,6